Libre mercado y política 

·        Cuando en un mercado libre se ponen cualquier tipo de barreras, la escasez del bien aumenta y ante ello, los precios reaccionan aumentando; lo que  informa que el bien o servicio hoy es más escaso.

·        En el caso de la  política, una barrera también produce un efecto de escasez y el precio sube, es decir, poca oferta de candidatos, y estos acotados por los partidos políticos, mayor aún el precio a pagar. 

·        El medio de cambio en este mercado son los votos, cuyas características dificultan más aún una elección. Estas son la imposibilidad de fraccionarlo y de acumularlo. Un voto representa la misma intensidad para cada elector y sabemos que cada uno de ellos tiene diferentes preferencias por los candidatos. Esto implica un alto costo social, y más aún si se elige mal. 

·        Un problema es que no es acumulable, si no se fue a votar, se pierde y no podrá utilizarlo para otra elección. ¿Es  justo si me imponen una elección con candidatos que no son de mi gusto?

·        Cuando uno posee un derecho, por propiedad de este, uno podría transferirlo tal como se hace  para votar en una junta de accionistas, más acciones de un socio, más votos. En política este derecho se limita. 

·        Otro problema que hoy estamos experimentando es cuando el candidato electo hace  mal su trabajo, no existe un mecanismo revocatorio de su mandato. En este caso son los ciudadanos quienes pagan el costo. 

·        Sin barreras, cualquier ciudadano podría postularse como candidato. Con barreras sólo los mejores financiados podrán postularse. Hoy es casi imposible postular a cargos sin un respaldo de algún partido político. 

·        Con tantas  barreras, se  permiten postular a familias enteras a cargos de elección popular. También permite que personas poco idóneas puedan ser electas en cargos de responsabilidad. 

·        Una solución de mercado para estas inconveniencias es al menos poder transar el voto, así quien no desee ir a votar por posible contagio pueda vender su voto a quien decide asumir el riesgo.

·        A estas alturas ¿a quién puede interesarle soluciones a un plebiscito si se prefiere obtener el poder por la fuerza?

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Limitar el gasto electoral

·        Aunque suene bonito, no hay que pisar el palito. El límite al gasto público es urgente y si este va a los partidos políticos con mayor razón hay que eliminarlo, ya que desde el punto de vista técnico no se justifica. 

·        Los partidos políticos son entes privados en donde excluyen a quienes la directiva desee. No es un espacio abierto de pensamiento y discusión, menos de concurso de candidatos. Aquí hay intereses particulares que en nombre de una sociedad victimizada por estos mismos son fuentes de motivos por los cuales representan mejor a sus electores oprimidos y olvidados.

·        En este proceso de intereses la competencia juega un importante rol, y para una buena toma de decisiones financiar los flujos de información hacia los electores es muy sano en una competencia libre e informada. Pero el intento de los políticos de restringir el gasto privado y reemplazarlo por el gasto público sólo genera desigualdades y distorsiones en los flujos de información. 

·        Si a esto agregamos que los flujos de dinero “gratis” son utilizados para desinformar con mentiras y falsedades a los electores, tal como ocurrió el 18 de octubre pasado, lo más probable que se logre una mala decisión electoral, cuyos costos lo pagarán los mismos ciudadanos. Así ocurrió con la instalación de un plebiscito. 

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